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domingo, 19 de diciembre de 2010

Preludio navideño del inicio de una década

Magnolia mía:

El tiempo ha transcurrido desde mi última carta...
Esto no es porque te haya amado menos, sino que por el contrario, cada partícula de tiempo en el que respiro, en el que mi corazón late y mis ojos se llenan de la luz de los días; mi amor por ti crece como las yerbas durante la primavera, y se extiende, se expande, se agita.
Gracias por haber vuelto a mi vida, y quedarte conmigo esta vez para la eternidad. Mis oraciones de agradecimiento se elevan hasta las estrellas del firmamento, esas mismas que tu pintaste con besos en el inicio de la creación, y que conla cadencia de tus manos distribuiste por todo el universo de una forma tan equilibrada y perfecta, como la simetría misma de tu rostro.
Yo tengo presente en mi mente, amada mía, que soy solo un simple mortal enamorado de una diosa del Olimpo. Sé perfectamente que las lisonjas con las que te engalanas son universales y que en cada momento la seducción te arrebata para llevarte día a día al jardín de la sabiduría; y a pesar de todo esto, has volteado para ver al más humilde de tus siervos, y me has elegido para servirte durante toda la posteridad del tiempo. Permíteme entonces, bella amante, que te siga adorando durante el transcurso de los días, que te siga regalando lirios y los ponga junto a tu cama adoselada por la seda más fina, permite que mis jornadas enteras sean dedicadas a ti, graciosa, luminosa, bellísima, amada mía.
Que el mundo sea testigo de dos enamorados...
Te amo para siempre
Fusil y Muñeca.